Volver, volver a oler ese aroma a olivar que se te queda grabado en la memoria y que tres décadas
después, olerlo de nuevo, me lleva a recordar los mejores años de mi infancia.
Yo, el forastero como muchos me llamaban cariñosamente o Morterete en recuerdo a mi padre, sentía
que volvía a correr por sus calles acompañado de mis amigos Jose, Kiko ,Ito, Juanjo, Francisco, Diego y
tantos otros mientras gritábamos y hacíamos nada bueno. Vuelta al Silo, hoy casi abandonado, pero que
sigue reinando en el cielo de Lahiguera. La plaza con su patio de naranjos, los cuales nos sirvieron de
portería o para escapar de tus amigos mientras jugábamos a pillar.
A las ocho en punto la iglesia de abajo se llenaba de feligreses donde un servidor hizo sus labores de
monaguillo. La plaza de abajo junto al abrevadero y el asilo que en verano acogía la feria y donde tantos
buenos ratos pasé.
Puesto casi el sol los vecinos salían de sus casas, las mujeres con sus sillas reunidas en sus puertas y los
hombres a la tasca y yo de paseo a por la leche con mi pequeña amiga Mari Ángeles.
Lahiguera sigue como siempre ha estado, diría que no a envejecido, pero si nosotros. Me entristeció ver
ahora sus calles vacías, quizás porque no es verano, quizás porque los jóvenes ya no tienen un futuro. Esto me llevó a pensar que es muy triste que se pierdan estos preciosos pueblos de España con mucho
pasado y pensando pensando no encontré ninguna respuesta a tantas preguntas.
No estaría bien no recordar a mis queridos abuelos, a mi tía Josefa y mi tío Isidro y a mis primos que siempre me
demostraron todo su amor y que en época estival me acogieron como un hijo. Qué buenos momentos y
tan maravillosos los que pasé en aquella casa.
Lahiguera que para mi sigue siendo recordada con su antiguo nombre Lahiguera de Arjona, siempre será
mi tierra, porque por mis venas siempre correrá ese aroma a olivar.
